Ver tu barrio como si fuera la primera vez, redescubrir una ciudad que pensabas que conocías como la palma de tu mano, dejarte sorprender por lo cotidiano. Tres deseos que se vieron cumplidos de la manera más extraña hace unos meses, cuando después de varias semanas pudimos por fin volver a pisar la calle y permanecer en ella. Pasear, observar, respirar el espacio público, nos provocó una nueva fascinación por ese paisaje que solemos obviar por entenderlo como cotidiano y, por lo tanto, carente de valor. Pero siempre había existido ese deseo de conocer mejor el espacio que nos rodea, profundizar en él, mirarlo de otra manera.
Fotografía del primer paseo de Patricia Nieto cedida por el CA2M
El ciclo “De vuelta a la ciudad. Recorridos urbanos y visuales”, que diseñamos en colaboración con el investigador Victor Aertsen para el programa de cine de los domingos del Centro de Arte 2 de Mayo, buscaba abordar estos deseos, explorar las posibilidades de acercamiento a lo urbano que se desarrollaron en aquellos días en los que el paseo y la deriva se convirtieron en una práctica cotidiana de reconexión con la ciudad. En este caso, nuestra propuesta fue explorar distintas aproximaciones y miradas a la ciudad a través de una sesión doble, que aquí tomaba forma en un paseo conectado con los temas y reflexiones tratados en la película que veíamos a continuación.
Es la necesidad de conocer mejor nuestro entorno inmediato, las personas que nos rodean, sus actividades, lo que aportan al tejido comunitario, lo que llevó a Agnes Vardá a filmar Daguerréotypes su barrio en un radio limitado a los 90 metros que medía el cable que les propiciaba iluminación para filmar. Con esta película iniciamos el ciclo y propusimos la sesión "Al encuentro de la comunidad: Paisajes de lo cotidiano", desde la que buscamos adentrarnos en el latido de los ritmos diarios de la ciudad, entre el pasado y el presente, a la búsqueda de esas huellas de lo cotidiano que nos hablan de las pequeñas historias con las que se compone el tejido humano.
Fotografía del primer paseo de Patricia Nieto cedida por el CA2M
El paisaje de la ciudad no es algo estático, sino que está en continuo movimiento, el que imponen los ritmos cotidianos de quienes la habitan. La vida diaria de París y la de Móstoles no difieren tanto como se pudiera pensar, y observando el presente de la ciudad, pudimos ver cómo esta se iba construyendo a la medida de sus habitantes, siguiendo el pulso de sus usos espaciales, y cómo incluso los planes urbanísticos más ambiciosos eran transformados por las necesidades y prácticas diarias de quienes lo habitan. Así descubrimos que la ciudad dormitorio es un imposible, nunca existió, porque allá donde comienzan a asentarse las personas se crea una comunidad y las necesidades colectivas crean barrio y vida en común.
Este paseo también nos hizo fijarnos en modos de vida en la ciudad, que aunque presentes, claramente estaban empezando a desaparecer: los centros regionales, los comercios tradicionales... En nuestro caminar también apareció la nostalgia, el recuerdo de paisajes perdidos, de cómo hemos vivido la ciudad, a formas que ahora resultan imposibles, pero que añoramos.
Esa añoranza o ese recuerdo de la ciudad que una vez conocimos, movió la segunda sesión del ciclo, titulada "Pasear el recuerdo: La ciudad y la memoria", en la que caminamos siguiendo el hilo del tiempo en la ciudad observando las capas que van conformando el paisaje, las visibles y las invisibles, como hacía Terence Davies en Of time and the city para aproximarse al Liverpool en el que creció y que hoy parece estar en proceso de desaparición.
El boom inmobiliario de Móstoles, 1974
Archivo de la Comunidad de Madrid
Los depósitos materiales de la historia guiaron nuestros pasos, pero nuestra brújula estaba en el terreno de lo simbólico, en cuestionarnos qué preservamos para construir los relatos que nos hablan de la identidad de un territorio. Una identidad que busca configurarse a través de relatos oficiales pero que se ve reescrita una y otra vez por aquello que desea borrarse para que caiga en el olvido.
En este proceso caminado fuimos desarrollando una escucha cada vez más atenta a la ciudad adentrándonos en una observación detenida desde la que pueden revelarte infinidad de cosas sobre el pasado, el presente e incluso los posibles futuros que la ciudad proyecta. Con esta idea propusimos la última sesión "Derivas lúdicas: Reimaginar la ciudad", y nos lanzamos a la deriva por las calles de Móstoles para después sumergirnos en la deriva cinematográfica de la mano de London de Patrick Keiller.
Fotografía de la primera deriva de Laura Matías
La deriva nos permite desarrollar un proceso de escucha activa del paisaje desde lo colectivo, movernos desde la plena consciencia de un deseo de descubrimiento del paisaje y lo que esconde en sus detalles. Se trata de una deriva física que toma forma también en los diálogos múltiples que se van encadenando a cada paso. Los saberes que se comparten no provienen de un estudio del territorio, sino que se centran en compartir experiencias personales que poco a poco van generando un relato colectivo en el que la especulación sobre lo transitado va ocupando un lugar central para convertirse en fuente de conocimiento legítima.
Con cinco derivas, que nos abrieron la puerta a cinco ciudades completamente distintas, cerramos un ciclo que nos permitió jugar a establecer diálogos entre tiempos y ciudades radicalmente diferentes para descubrir las múltiples dimensiones que esconde una ciudad como Móstoles y reflexionar a la vez sobre cuestiones que atraviesan la vida en las ciudades.
Con este proyecto hemos experimentado por primera vez con la confluencia entre el paseo y la observación de la ciudad con la mirada sobre lo urbano desplegada desde el lenguaje cinematográfico. En el proceso hemos aprendido mucho gracias a todas las personas que nos han acompañado y a la riqueza que ofrece siempre el cruce con otras disciplinas y miradas, ¡muchas gracias a todxs por esta estupenda experiencia!